Sin embargo, muchos dueños de mascotas olvidan que el proceso de desparasitación también previene enfermedades en los humanos.

Por ejemplo, perros y gatos pueden tener un parásito llamado toxocara (canis o catis), que les puede producir diarrea, constipación, vómitos, sangre en las deposiciones, anemia e incluso la muerte. En cambio, en humanos puede producir una enfermedad llamada larva migratoria visceral que se caracteriza por fiebre, anorexia, inflamación del hígado y bazo, exantema, neumonitis y asma. Además puede aparecer compromiso oftalmológico, lo que se conoce como larva migratoria ocular. Esta enfermedad se manifiesta como una uveítis cuya inflamación puede afectar estructuras oculares tan importantes como el vítreo, la retina y el nervio óptico. Este tipo de uveítis es mucho más frecuente en niños pequeños y puede producir pérdida irreversible de la visión.

Otro ejemplo es el toxoplasma gondii, que afecta a los gatos. Generalmente la colonización de estos parásitos no produce síntomas en el animal, sin embargo pueden transmitirlo al humano. La toxoplasmosis del ser humano puede no producir síntomas, pero cuando se manifiesta, ocurre inflamación de ganglios linfáticos, fiebre, dolor de cabeza y muscular.

Al igual que la toxocariasis, la toxoplasmosis puede producir una uveítis que se caracteriza por inflamación de la retina y coroides (tejido que irriga gran parte del globo ocular). Esta inflamación se manifiesta como ojo rojo, dolor, molestia con la luz y baja de visión.

Cuando este parásito se adquiere durante el embarazo, además de poder enfermar a la madre, puede producir malformaciones fetales.

Por esto, les hacemos un llamado a no descuidar a nuestras mascotas ni a nuestra familia: Desparasiten a sus amigos pequeños.